Este verano me he quedado por España. Huyendo del calor tan agotador que hace por mi zona (Valencia) nos hemos dirigido hacia el norte. El tiempo se ha portado: hemos necesitado buscar en nuestras maletas algo de abrigo y la lluvia nos ha acompañado pero sin molestar lo más mínimo. También hemos tenido días de mucho sol y calor. Pero lo mejor ha sido que los sitios nos han deleitado tanto en lo visual como en el gastronómico.
Y como este es un blog de 'comidas' no voy a agotaros contando las iglesias, ayuntamientos, plazas, monasterios, paradores y demás edificios visitados sino que voy a comentaros aquellos locales en los que hemos comido de manera excepcional.
Comencemos por Burgo de Osma. Una de nuestras cenas tuvo lugar en el Asador de El Burgo Para acompañar nuestra cena nos pedimos un Azpilicueta, un del 2006 para que compita con un chorizo de jabañ¡lí (tremendo, muy sabroso y pese a lo potente de su sabor nos sienta de maravilla) y un impresionante lechazo. Aunque nos asusta el tamaño, poco a poco damos muy buena cuenta de él. Nos quedamos sin postre. En vez de ello nos dedicamos a callejear y callejear para bajar un tanto la cena y tomarnos un gintonic en el bar del hotel donde nos alojamos.
De camino hacia el norte, a Briñas, nos paramos en Soria. Hace mucho viento y frío pero no desistimos de visitar la Iglesia de Santo Domingo, El Instituto Antonio Machado (donde dio clases de francés el mismo Machado y Gerardo Diego), paseamos por la calle Collado. entramos en el Casino Circulo Amistad Numancia donde a sus puertas está Gerardo Diego inmortalizado en una silla en la terraza, bajo los pórticos, el palacio de los Condes de Gómara, la Plaza Mayor y un sinfín de sitios más. Callejeando y con buen apetito nos topamos con una grata sorpresa en plena Plaza Mayor: Casa Augusto Está repleto de gente pero queda una mesa. Tienen una carta muy bien montada donde nos indican los platos más solicitados. Esto facilita las cosas: como entrantes unas croquetas variadas: setas, morcilla, cocido y salmón (la de morcilla y la de cocido estaban de matricula de honor). Como platos fuertes unas manitas sucias (manitas de cerdo rellenas cocinadas con setas) y unas deliciosas albóndigas con setas. Ambos platos de sobresaliente alto. Acompañando los platos un pan bien crujiente y aceitado. Dos copas de vino Sonsierra crianza que pelea con los platos para hacerse notar.
Al día siguiente nos vamos hacia Briñas un pequeño pueblo al norte de la Rioja. El pueblo es impresionante lleno de casas señoriales nada esperadas para la escasa población que tiene. Está cerca de Haro y parece que las familias bien de Haro se marchaban en verano a Briñas a pasarlo allí. Está en las orillas del impresionante Ebro y lleno de viñedos que adornan toda nuestra vista. También lleno de bodegas familiares pequeñas. De entre ellas visitamos Heredad Baños Bezares. Todo es muy familiar, pequeña producción. La visita nos la guía la propietaria Blanca, que nos hace una pequeña cata al final de la visita. Tienen un vino blanco con crianza que no dudamos en comprar y un impresionante vino de autor Hebabe realizado con uva graciano en solitario. Hay pocos sitios donde comer pero en nuestro hotel (Señorío de Briñas) nos indican dos donde se comen buenas chuletas. De entre los dos que nos indican nos dirigimos al Asador Ayala. Nos sientan en una mesa y nos dejan con unas cartas. Pedimos un vino pero nos dirigen hacia uno de la zona, de Briñas, un vino tinto ecológico Ibarloza crianza, tinto potente pero muy bien integrado. Como entrante una impresionante menestra abundante y sabrosa. Nuestras primeras chuletillas asadas con sarmientos (plato típico de la rioja) que nos hacen disfrutar. Vienen acompañadas de unas patatas fritas y unos pimientos de piquillo asados. Como remate un postre: un queso cremoso con tres mermeladas diferentes. Damos vueltas y vueltas antes de irnos a dormir.
Al día siguiente nos vamos rumbo a Vitoria. Nos recibe la lluvia y el fresco pero volvemos a disfrutar con paseos por las calles, las plazas sin que nos amilane en lo más mínimo. Visitamos las Iglesias de San Vicente, San Miguel, la Catedral Nueva, la Plaza de la Blanca Paloma. Aquí comenzarán nuestras comidas y cenas de Pintxos. ¡Cuantas ganas de comerlos!
Habíamos leído sobre el Asador Sagartoki Como no podemos entrar en la sala, nos quedamos en la zona de barra (¡y qué bien!) y nos dedicamos a tomar pintxos, muchos de ellos ganadores de premios. Todos tremendamente estéticos pero lo mejor es su sabor: sabores limpios, sin mezclas que enturbien el sabor que esperamos. Tomamos un cru-cru de foie-grass con frambuesas Lyo (cucuruchito de cremoso de foie con una cubierta de polvo de frambuesas. Suave y delicado), huevo frito con patatas (paquetito de masa de patata rellena de un huevito poché. Al morder el sabor de huevo frito con patatas es inconfundible. Nos encandila), croquetas de jamón con kikos de maíz (impresionantes croquetas de sabroso sabor a jamón y visible, rebozadas de polvo de kikos. ¡Qué buenas!), una tortilla de bacalao (sin palabras...) y unas alcachofas rebozadas con salsa de aguacate (eran los corazones de las alcachofas, tiernas, jugosas y con un crujiente rebozado). todo ello regado por copas de Txakoli. Como postres goxua (dulce típico de Vitoria, unas láminas de fino bizcocho con nata y crema) acompañada de un helado para suavizar el dulzor y una torrija también acompañada de helado. Aunque el hambre hace rato que nos ha abandonado, nos los terminamos. Fantástica comida de pintxos.
Por la tarde seguimos callejeando y cuando cae la noche nos dirigimos a la calle Dato a seguir tomando unos pintxos (destacar uno de rabo de toro que casi nos deja sin respiración). Al dirigirnos al hotel nos topamos con un pub al estilo irlandés y nos tomamos dos gintonics de ginebra Mombasa y Bulldog. ¡Tremendo fin de día!.
Al día siguiente nos dirigimos a San Sebastián. Durante todo el camino ha llovido pero la lluvia se apacigua cuando decidimos salir a comer algo.
Nos dirigimos al barrio de Gros donde hemos leído cosas muy buenas de un sitios de pintxos, Bergara y allí nos dirigimos. La barra del local está lleno de cosas ricas. Tantas que tenemos problemas para elegir. Al final un pastel de marisco con cebolla caramelizada y una soberbia tortilla de anchoas. Para rematar tomamos uno de chistorra con pimiento, calabacín y huevito frito. Todos estupendos. Los hicimos pasar junto a unas copas de tinto crianza. Y descubrimos las guindillas fritas con sal. ¡Tremendas! puede picar alguna (Karoleta es experta en localizarlas...) pero son un bocado delicioso. Siempre que las veíamos no podíamos resistirnos para acompañar a nuestos pintxos.
Después de callejear algo y tomar un café junto a la playa de la Contxa nos dirigimos al hotel para ponernos a la altura del local donde vamos a cenar: Akelare. Antes visitamos la Iglesia del Buen Pastor.
Al día siguiente nos vamos a visitar el Peine de los Vientos. El día nos regala con un sol de justicia y una brisa marina que nos hace olvidar el sol. De nuevo comemos de pintxos en el barrio viejo. Todos ricos y ninguno destacable. Por la noche repetiremos ruta.
Nos volvemos a la Rioja a Santo Domingo de la Calzada donde pasaremos cuatro días. Tenemos visita a las bodegas Viña Tondonia
Queremos visitar Ezcaray, Nájera, Haro, Monasterio de Yuso, San Asensio, Labastida, La Guardia. Mmmmm muchos sitios para tan pocos días. Pero lo logramos. Son pequeños pueblos con encanto, llenos de historia y monumentos y una gastronomía que quita el hipo. Nos alojamos en el Parador de Bernardo de Fresneda, un parador pequeño, bonito, acogedor y con un trato inmejorable. Santo Domingo de la Calzada tiene un casco antiguo monumental y visitarlo no lleva mucho tiempo. No hay que perderse visitar la Catedral donde se encuentra el gallo del que tanto se habla. Cenamos en un restaurante que nos han aconsejado en el parador: restaurante Los Caballeros. Estamos un poco cansados de comer mucho pero no nos resistimos a un delicioso plato de verduras (panache de verduras) y como segundos un rodaballo a la plancha y un carpaccio de buey. Esta vez cenamos con Melquior, vino tinto de Rioja, del 2005: deliciosamente cremoso y goloso.
Al día siguiente nos dirigimos a Haro a visitar las bodegas Lopez Heredia, Viña Tondonia: bodega familiar pero de gran producción con la particularidad de hacerlo en grandes tinas de madera lo que alarga los tiempos de elaboración de vinos. Poseen una tonelería propia. Curioso.
Al mediodía nos dirigimos a Haro a encontrarnos con un amigo que nos llevará a comer a un sitio típico: Beethoven donde degustamos unas excelentes morcillas y chorizos asados y unas impresionantes chuletillas al sarmiento (nos volvermos a encontrar...). Para beber nos indican que pidamos Carlos Serres del 2007. Una vez más disfrutamos de un excelente vino.
Por la noche cenamos en un bar del paseo en Santo Domingo de la Calzada (Tapas y punto): excelentes puerros al natural y aliñados con aceite, queso curado, espárragos y algún pintxo.
Ezcaray es un pueblo delicioso con bellas y cuidadas calles, buenas tiendas y muchos sitios de pintxos que consiguen, todas estas cosas, hacernos disfrutar del día. Comemos las primeras rabas del viaje (lástima que ante la alegría de encontrarlas no me diera tiempo a hacerles una foto). Cargamos con botes de alcachofas y espárragos y no me resisto a comprar unos garbanzos y alubias diminutas secas. Ya pensaré en alguna receta (me he comprado ¿cómo no? un libro de cocina riojana).
Al día siguiente nos encaminamos a ver el Monasterio de Yuso y Nájera. Por el camino vemos la bodega de David Moreno (en Badarán) y sin pensarlo entramos a verla y comprar alguno de sus vinos.
Nos volvemos a la Rioja a Santo Domingo de la Calzada donde pasaremos cuatro días. Tenemos visita a las bodegas Viña Tondonia
Queremos visitar Ezcaray, Nájera, Haro, Monasterio de Yuso, San Asensio, Labastida, La Guardia. Mmmmm muchos sitios para tan pocos días. Pero lo logramos. Son pequeños pueblos con encanto, llenos de historia y monumentos y una gastronomía que quita el hipo. Nos alojamos en el Parador de Bernardo de Fresneda, un parador pequeño, bonito, acogedor y con un trato inmejorable. Santo Domingo de la Calzada tiene un casco antiguo monumental y visitarlo no lleva mucho tiempo. No hay que perderse visitar la Catedral donde se encuentra el gallo del que tanto se habla. Cenamos en un restaurante que nos han aconsejado en el parador: restaurante Los Caballeros. Estamos un poco cansados de comer mucho pero no nos resistimos a un delicioso plato de verduras (panache de verduras) y como segundos un rodaballo a la plancha y un carpaccio de buey. Esta vez cenamos con Melquior, vino tinto de Rioja, del 2005: deliciosamente cremoso y goloso.
Al día siguiente nos dirigimos a Haro a visitar las bodegas Lopez Heredia, Viña Tondonia: bodega familiar pero de gran producción con la particularidad de hacerlo en grandes tinas de madera lo que alarga los tiempos de elaboración de vinos. Poseen una tonelería propia. Curioso.
Al mediodía nos dirigimos a Haro a encontrarnos con un amigo que nos llevará a comer a un sitio típico: Beethoven donde degustamos unas excelentes morcillas y chorizos asados y unas impresionantes chuletillas al sarmiento (nos volvermos a encontrar...). Para beber nos indican que pidamos Carlos Serres del 2007. Una vez más disfrutamos de un excelente vino.
Por la noche cenamos en un bar del paseo en Santo Domingo de la Calzada (Tapas y punto): excelentes puerros al natural y aliñados con aceite, queso curado, espárragos y algún pintxo.
Ezcaray es un pueblo delicioso con bellas y cuidadas calles, buenas tiendas y muchos sitios de pintxos que consiguen, todas estas cosas, hacernos disfrutar del día. Comemos las primeras rabas del viaje (lástima que ante la alegría de encontrarlas no me diera tiempo a hacerles una foto). Cargamos con botes de alcachofas y espárragos y no me resisto a comprar unos garbanzos y alubias diminutas secas. Ya pensaré en alguna receta (me he comprado ¿cómo no? un libro de cocina riojana).
Al día siguiente nos encaminamos a ver el Monasterio de Yuso y Nájera. Por el camino vemos la bodega de David Moreno (en Badarán) y sin pensarlo entramos a verla y comprar alguno de sus vinos.
Las comidas y cenas se aligeran (por unos momentos) hasta que llegamos a Lerma, último punto de nuestro viaje. Nos alojamos en el Parador de Lerma, monumental, grande, con salones espaciosos y escaleras palaciegas. Para comer y para despedirnos del viaje vamos a comer al Asador Antón, un asador-casa de comidas especialista en lechazo. Sin preguntar nos dejan un vino rosado bien fresquito, una ensalada de una tremenda lechuga y un buen lechazo. No rechistamos. Como postre una cuajada casera que nos deja felices.
Y como ya nuestra estancia en la rioja llega a su fin, decidimos cenar en el parador para despedirnos de los productos locales: unas mollejas en salsa, unas morcillas variadas y unos quesos de la zona. Las mollejas en salsa están francamente deliciosas, las morcillas las hemos tomado mejores durante todo el viaje. Los quesos siempre están buenos y con un buen vino de rioja, más.
Ha sido un viaje tremendamente nutritivo para el cuerpo, la mente, la vista y el espíritu. Para volver y sin pensarlo.
2 comentarios:
Hola. Estoy interesado en hacer un viaje similar. También a La Rioja y País Vasco y, como tu, estaba interesado en que el viaje fuera gastronómico. Me ha gustado mucho el post y me gustaría que me comentaras un poco en qué hoteles te alojaste por si podías recomendarme alguno.
Gracias.
Hola pericodelospalotes
Dime un mail y te cuento algo más del viaje. Aunque hace años, aún recuerdo cosas que vi y cosas que me perdí.
Un saludo
Karoleta
Enviamelo a karoletatetoca@gmail.com
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