Sigo en la búsqueda de hacer un pan sin gluten que tenga el aspecto y se comporte parecido a un pan normal, con gluten.
Este si que lo parece y la textura es esponjosa y ligera. Eso si, si no te gusta el sabor del trigo sarraceno, tendrás que cambiarlo por otra opción.
La mezcla de harinas sin gluten, pese a estar bien y comportarse bastante bien, sigo sin encontrarles el punto.
Pero vamos a este pan. Ingredientes:
200g de trigo sarraceno
100g de lino molido
100g de almidón de tapioca (u otro almidón)
30g de pysilium
30g de azúcar
un sobre de levadura seca (suelen llevar 8g)
7g de leudante royal
2 huevos
30ml de aove
300ml de agua templada (más la que se irá incorporando en los pliegues que serán 4 o 5)
semillas al gusto
El problema con los panes sin gluten es que, justamente por no tenerlo, hay que incorporar otros elementos para que hagan su papel de esponjosidad, cohesión, alimento de las levaduras, etc. y esto complica las recetas. Una vez tengas claro que hay que añadir pysilium o goma xantana, un almidón, azúcar y huevo, comienza a ser más fácil el elaborar tus recetas.
Como siempre, añadimos los elementos secos y vamos integrándolos para luego incorporar los huevos, el aceite y el agua (esta, poco a poco dado que no todas las harinas admiten la misma cantidad de líquido). Una vez la masa la tengamos en un punto no muy dura pero tampoco líquida ni cremosa, la tapamos y la dejamos descansar en un sitio cálido. A la media hora, destapamos, nos mojamos las manos con agua tibia y realizamos unos pliegues (este primero, la masa tenderá a romperse y no notaremos ninguna elasticidad), tapamos y dejamos descansar. A la media hora repetimos los pliegues mojándonos, de nuevo, las manos con agua tibia. Realiza los pliegues hasta que notes una masa elástica y agradable al tacto. Tapa y deja descansar tanta que notes que ha subido, no necesariamente el doble pero notes que ha fermentado (dependiendo del frio, va a costa más o menos tiempo. Puedes ponerla dentro del horno o del microondas con la luz encendida para crear un clima propicio para que fermente).
Calienta el horno a 200º. Mientras se calienta, forra un recipiente (o engrasa y enharina) para poner el pan y hornear. Dale algo de forma y no te dé miedo de, con las manos mojadas, allanar la parte superior. En ella, puedes poner otras semillas para adornar el pan. Suavemente, oprímelas para que no se caigan al subir el pan dentro del horno.
Cuando metas el pan, baja la temperatura a 185º. Vigila por si se dora en exceso. Si ocurre, tápalo con papel de aluminio (ya lo destaparás al final del horneado). Lo tuve unos 45 minutos. Luego lo desmoldé y comprobé que no sonaba a que estuviera cocido (ese sonido de tocar una puerta de madera con los nudillos). Así que lo desmoldé y lo volvía a meter en el horno sin el recipiente para que eliminara la humedad que aún le quedaba. Estaría unos 10 minutos. Apagué el horno, abrí un poco la puerta, y lo dejé dentro del horno para que terminara de hacerse con el calor residual.
De todos los que he hecho, ha sido el que más me ha gustado de sabor y de aspecto.