Este verano, bueno en octubre he estado en Cuba. MI viaje no era el habitual de ir a La Habana unos días y luego a un resort de playa donde tostarme al sol, nadar en aguas cristalinas y tomar ron o combinados. No es que esto no me guste pero quería conocer más el país, la isla, su gente, su comida y, sobre todo, andar, callejar por las ciudades coloniales.
Con esta intención diseñé mi viaje de quince días: unos días en la Habana, avión y unos días en Santiago de Cuba, autobús (con mucha paciencia) y unos días en Camagüey, más autobús (y más paciencia) y unos días en Trinidad, más autobús (paciencia, paciencia, paciencia) y últimos días en La Habana.
Pero estos blogs no son blogs de viajes, son blogs de gastronomía: comida, bebida, locales. Y aquí es donde voy a parar y detallar algunos de los sitios que he encontrado y que son dignos de tener en cuenta si quieres disfrutar de buena comida. Siempre hay que tener en cuenta que, debido al bloqueo que se sigue manteniendo, es un país con problemas de abastecimiento lo que hace que muchas veces no dispongan de todos los ingredientes que detallan en un plato o que los sustituyan por otros ingredientes parecidos. Y todo ello lo suplen con un plus de amabilidad, buena disposición, deseo de satisfacer y dejar contentos a los comensales. Algo muy de agradecer. Eso si, las prisas hay que dejarlas en casa o, como mucho, en la maleta.
Voy a destacar cuatro locales. Tres de ellos con buen sabor cubano. El cuarto también pero mucho más internacional. Tres de ellos en La Habana y el último en Camagëy.
Lo cierto es que si hay más locales en La Habana, es lo normal porque es donde se concentra el mayor porcentaje de turismo con todo lo que lleva de bueno y de malo.
Adelanto que viajaba con una persona con alergias alimentarias lo que dificultaba las posibilidades de entrar en cualquier local a comer. Se hacía imprescindible que hubiera un cocinero o chef que pudiera comentarle todos los ingredientes de cualquier plato para que no tuviera problemas. Esto ha servido para verificar la buena disposición porque aunque el local estuviera muy concurrido, el chef salía a nuestra mesa a hablar y comentar detenidamente todos los ingredientes y cambiar cualquier ingrediente de su plato el cual no pudiera comer. ¡Fantástico!
En La Habana Casa Eutimia. Si, es uno de los paladares más nombrado, más conocido, más caro de todos los paladares pero aún así es de destacar. El local es ínfimo, la cocina es pequeña pero la comida sigue siendo deliciosa y con sabor cubano. Anuncio que allí comí los mejores frijoles de todo el viaje (tanto que los últimos días del viaje volvimos allí para despedirme de los frijoles y me dieron la receta :-) ). Es vez pedí ropa vieja que venía con los frijoles y arroz blanco: carne deshilachada en salsa con estos acompañamientos. El plato era delicioso, sabroso y apetecible, tanto que siempre invitaba a una cucharada más. Venía con unas láminas de plátano macho bien fritas y crujientes. El compañero del plato fue un cava (no recuerdo ni el nombre. No es un país donde tomar vino o cava -que si tienen- porque como no suele servirse tiene poco movimiento y las botellas tienen más tiempo del recomendado además de ser un precio importante. Pero era el primer día y había que celebrarlo. Esa comida la rematé con un daikiri frappé que venía bien cargado y hizo que apareciera el deseo de una buena siesta.
Allí mismo pedimos nos recomendaran otro local donde pudiéramos comer sin ningún problema (teniendo en cuenta las alergias alimentarias). Ellos mismos nos recomendaron el siguiente: O'Reilly 304 ( esa es la dirección donde está emplazado). Local aparatoso de dos pisos y mínimo. Digo aparatoso porque está en una calle de mucho paso por lo que está lleno hasta la bandera y lo de los pisos lo hace complicado para los camareros y los comensales (la cocina está en el piso superior). Esta vez la comida es una langosta (si habéis tomado bogavante, os parecerá sosa, insípida, un quiero y no puedo. Pero así son las langostas del Caribe). Pero de aquí destaco el moje que te ponen como detalle de la casa junto a unas 'mariquitas'. Aquí es donde aprendo que mariquitas es como llaman a las láminas de plátano macho bien fritas y crujientes. El moje es delicioso: verduras frescas, cebolla, tomate, chile, pimiento rojo, azúcar, aceite de oliva y dejar hacer al tiempo (unas horas). La mezcla es adictiva.
El tercer sitio en La Habana es el comedor/cafetería del segundo piso del Hotel Manzana. Es una cafetería a la que acudíamos con frecuencia porque tiene unos sillones cómodos, un buen aire acondicionado, wifi que aún no siendo huéspedes del hotel, consumiendo por 20 CUPs (moneda en la que nos movemos en Cuba) nos dan una tarjeta para una hora con acceso a la wifi del hotel. Así que allí, alguna que otra vez comimos un almuerzo ligero o nos llevamos platos elaborados para nuestra cena. De aquí destaco el sandwich cubano: bien relleno de jamón al horno, queso cheddar, mostaza, tomate, algo de verde para disimular y unos crujiente de batata para completar. Simplemente fantástico. Siempre acompañado por una cerveza: Cristal (una rubia que bien fría y con el calor que hacía entraba que era una maravilla) o una Bucanero (una con algo más de sabor que no llegaba a tostada pero iba camino de serlo). Además tenían el detalle de subir al restaurante del hotel (el bueno de verdad) a por un helado (solían tener de coco pero no de vainilla que era el que deseábamos) para hacernos el postre de nuestra infancia: un café espreso junto a una bola de helado. Este postre se merecería estar en las cartas de postres. Si acudís allí, no os perdáis degustar un soberbio ron Cubay 10 años.
El cuarto sitio es un local de Camagüey, La Campana de Toledo con una excelente cocina criolla. Aquí mi plato fue una carne mechada: Boliche de res, especialidad de la zona. El chef, Antonio Amador, había salido a nuestra mesa para elaborar el plato de quien me acompaña en este viaje. Cuando le pido mi plato comienza a disculparse: la carne no es un trozo noble de la ternera, es un plato guisado...le dejo decir pero sigo con que ese es el plato que quiero. El plato era soberbio. Si que es cierto que los guisos de carne y la carne mechada se hace con aquellas piezas menos nobles que hay que elaborar bien para hacerlas agradables de comer. Y lo había conseguido: simplemente un plato fantástico que, una vez terminado el almuerzo, alabo y le digo que debe venderlo mejor porque es un plato impresionante. Además el local, la terraza es fantástica, llena de vegetación lo que amortigua el excesivo calor de Camagüey.
Confieso que hay otro local de Santiago de Cuba del que no conservo fotos. Hacía una noche horrible con lluvia copiosa y el chófer que nos llevaba, Carlos, y que su hijo tenía un restaurante de hamburguesas, le recomendó que nos llevara a un restaurante a las afueras que se llamaba Marbella. Allí tomamos un pescado fantástico y en fantástico punto de cocción (algo complicado en estos lares).
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